Ha sido un almuerzo muy frecuente en la antigüedad en muchos sitios de España. Se desayunaba en un café bebido al alba y un par de horas después, para mantener las fuerzas, se tomaban las sopas de ajo, generalmente con uno o dos huevos dentro, que se cocinaban con el calor de la sopa.
El dramaturgo Ricardo de la Vega hizo un poema dedicado a las siete virtudes de las sopas de ajo:
Siete virtudes
tienen las sopas
quitan el hambre,
y dan sed poca
Hacen dormir
y digerir
Nunca enfadan
y siempre agradan
Y crían la cara
colorada
Y bien, os cuento como hago yo la sopa de ajo.tienen las sopas
quitan el hambre,
y dan sed poca
Hacen dormir
y digerir
Nunca enfadan
y siempre agradan
Y crían la cara
colorada
- 3 dientes de ajo
- 5 dedos de ancho de pan (si está un poco duro mejor)
- Aceite
- Agua
- Pimentón (picante o dulce según gustos)
- 2 huevos
- sal
Troceamos los ajos a laminas y los ponemos a freir con un poco de aceite, echamos el pimentón, le damos unas vueltas y añadimos el agua. Despues ponemos el pan desmenuzado y acabarlo de romper en el agua, poner la sal y por ultimo el huevo, roto o entero, al gusto; a mi me gusta mas romperlo para que se reparta mas el sabor.
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